El ser humano como especie camina hacia su extinción. Antes de que nuestro planeta reviente como un forúnculo mal curado a causa de la contaminación o por el falo armado de dios en traje de corbata, lo hará nuestra incapacidad para comunicarnos. En los años sesenta de la pasada década la escritora Valerie Solanas nos arengaba en su Manifiesto SCUM al exterminio de los hombres por encontrarlos un atajo de retrasados e inseguros con el sexo como único motor de su existencia. Me pregunto si su vano intento por liquidar a esa diva albina de Andy Warhol no fue la preconización de una feminización de los hombres a raíz, dicen ellos, de que nosotras nos volvamos más “hombrunas”, cuando hombruno quiere decir activo, agresivo, falsamente orgulloso de nuestro nuevo papel de ‘cazadora’ de reses copulantes.
Hombres y mujeres somos víctimas de un estado de parálisis psicosocial, fundamentalmente emocional, producto de vivir entre dos morales, la de nuestros abuelos y su concepción de la vida familiar como máxima aspiración del ser humano, y la explosión – nuclear - de libertad sexual vivida a partir de los años setenta. Si bien es cierto que las mujeres estamos sometidas – también a nosotras mismas -, y aún sufrimos graves injusticias, Todos, sin excepción, chapoteamos en un enorme lodazal de dobles morales. El anacrónico ectoplasma de mi abuelita lanzándole ‘ayukens’ al enorme monstruo de vagina dentada de la mujer que ‘folla’ y que pretende ahorcarte con un sujetador si admites que lo que tú quieres es querer y no ‘follar’, que pocos hombres son un consolador, aunque haya algunos a los que no les importe serlo.
Y eso nos lleva al punto en que nos encontramos: un montón de seres muertos de miedo sin querer amar ni tampoco follar, paralizados frente al otro de pura angustia por las culpas viejas o la frívola y tan capitalista idea del utilitarismo aplicado a las personas. Cuando hasta la sinceridad es un problema, el respeto un fortín alrededor de nuestra identidad y el amor, aquello que sólo existe para Neruda y Cameron Díaz.
¿Qué hacer cuando la opción es ‘esquivar’ o hacer ‘SCUM!’ en plena cara?
Muy, muy bueno Bea! Hay que crear un nuevo paradigma, está claro que ni el de nuestras abuelas ni el de nuestras madres nos sirve... tenemos que hablar largo y tendido... fins aviat!
ResponderEliminarRosa