Conocer a Lydia Lunch te da hambre. Eso que yo defino como hambre y que en realidad es una necesidad terrible de agarrar tu portátil, tu cámara de vídeo, lo que sea, y comenzar a crear. Huelga decir que últimamente estoy conociendo a muchas mujeres increíbles, gracias al reportaje que estoy escribiendo, pero pocas personas me han provocado una ansia tan grande de verme reflejada en ese espejo del arte como catarsis de la angustia vital, de cómo sexualidad, muerte y vida se entretejen y golpean a aquel que mira.
Escritora, performer, diva del cine de la Trangresión y uno de los grandes iconos del punk de los 80 que todavía sigue dando guerra con su grupo Big Sexy Noise -os lo recomiendo encarecidamente-, ella es una de esas intelectuales irónicas, sagaces, perversas, de las que un zombie del sistema (sin. ciudadano respetable) diría que es "una mujer peligrosa, una mujer mala".
Su libro "Paradoxia: Diario de una Depredadora" es una autobiografía crudísima de su temprano y forzado despertar sexual y su devaneos con el sexo, las drogas y las relaciones sentimentales tóxicas que han poblado su vida, narrado con una prosa hiriente y muy sólida. Plantear una entrevista en relación a esta obra es complicado, por intensa y emocionalmente compleja, porque, como todos los trabajos de Lunch, nunca deja indiferente, pero al final la conversación es fluida, porque tú - yo- te disuelves en la historia, la historia de ser Lydia Lunch
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