Queridos, hoy muere un mito que para mí ya agonizaba desde hace tiempo… Que se apaguen las velas de la menorah para el “antes grande” Woody Allen. Vengo de ver en la gran pantalla a mi referente con la sensación de que la genialidad se agota y, como al moribundo Caudillo, a la imaginativa neurosis de Allen sólo le queda eso, neurosis. Su última película, Conocerás al hombre de tus sueños, es un bodrio fatalista, intento de comedia de enredo cargada de frustración que, como un traje de carnaval hecho por mi abuela, está cosido con retales de ideas que guardaba en algún cajón y que Mediapro se ha encargado de financiar porque ES DE WOODY. Historias mal cerradas, diálogos inconsistentes y sin demasiada gracia y un mensaje refrito de temas recurrentes. Lo más aberrante no es que Allen chochee deliberadamente, que ya no le queden historias para explicar o que su miedo a la muerte haya ‘matado’ su creatividad, lo terrible es que con el montón de excelentes guionistas patrios y buenas historias todavía por contar, una productora haya sido tan snob como para financiar semejante excremento de película. Escritores muertos de éxito que roban novelas ajenas, ancianos que confunden el culo de una veinteañera con el elixir de la eterna juventud, infidelidad, infidelidad y… -ah, se me olvidaba-, más infidelidad. ¿Dónde están los chistes, Woody? ¿Dónde está la historia? De hecho, ¿dónde estás tú?
Si la vida, según Shakespeare, es ruido y furia que nada significa… Conocerás al hombre de tus sueños es un ruido tan molesto que te pone furioso
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